Autor:
E
n las tardes duelen mucho las manos
Se rajan. El frío quema”
Se lamenta Nestor. Un niño esclavo,
Minero, curtido de amargas penas.
Las manos encallecidas, los pies descalzos,
Las aguas estridentes, acuchilladas bajan.
Se hizo el silencio. No recuerda sus años;
desde muy pequeño se hunde en las aguas.
¿Quién prestará su voz a estos niños?
¿Quién los librará de estos clavos?
¿Quién tendrá la vergüenza, amigo,
de luchar por los niños esclavos?
Mirándome de frente sin pestañear,
Dijo, con profundos y sonrientes ojitos:
“no sé cuánto gano”. No podía descansar
y su paga es la de un panecito.
Engañados, arrojados en este infierno,
En las garras que devoran sus vidas,
Cementerios clandestinos llenos,
Si quieren escapar les asesinan.
¿Quién prestará su voz a estos niños?
¿Quién los librará de estos clavos?
¿Quién tendrá la vergüenza, amigo,
de luchar por los niños esclavos?
Son ya legión los niños esclavos:
mineros, prostitutas..., millones de niños
que en su tierna infancia son crucificados
en campos de concentración, de exterminio...
Sin que lo sepamos sufren diga y noche
en los pozos negros condenados,
trabajando para nuestro derroche
en las profundas tinieblas torturados.
¿Quién prestará su voz a estos niños?
¿Quién los librará de estos clavos?
¿Quién tendrá la vergüenza, amigo,
de luchar por los niños esclavos?
Murió de hambre
Autor:
M
urió de hambre.
Jamás, con todo, se fijará
sobre su tumba esta razón
porque será enterrado en la fosa común.
Jamás se inscribirá sobre su tumba este motivo
porque no hay pasaporte para la pura verdad.
Había ido de ventanilla en ventanilla
en todas las oficinas
por todas las fábricas
por las moradas de todos los terratenientes.
No había nunca para él una plaza vacante...
Jirón a jirón su ropa acabó en harapos.
Y esto, junto a miles de piezas de tela
con las que nadie sabía qué hacer.
Se tumbaba a las noches en plena intemperie
hoy aquí, mañana allá.
Y, sin embargo, era un hombre.
Un hombre como tú.
Un hombre como yo.
Un hombre como todos los demás.
Un hombre como todos los hombres.
Y se tumbaba a las noches sobre la desnudez del sueño
al vecino calor de las confortables mansiones.
El hambre, en las entrañas..
El frío, en los huesos.
Sus carnes, rotas de flacidez y de cansancio.
Sin color. Sus costillas, un rosario de huesos.
Un grito de rebeldía cada fémur
No se escribirá, no, sobre su tumba
que murió lentamente, lentamente de hambre,
en tanto que la harina enmohecía en los comercios
y mientras que, detrás de sus contadurías
defendidas por rejas,
las fábricas, a reventar de productos,
contaban y contaban sus pingües beneficios.
Un hombre muere.
Un hombre como tú.
Un hombre como yo.
Un hombre como todos los hombres.
Un hombre muere de hambre,
de hambre, pero al lado de la abundancia.
No. No se dirá sobre su tumba:
«Murió de hambre».
¡Maldito el hombre
que desprecia al hombre
y lo rebaja!
No se escribirá sobre su tumba, no,
«Murió de hambre».
Y tú, amigo; pero tú, amigo,
recuérdalo:
ése murió de hambre
lentamente, lentamente, lentamente,
¡de hambre!
Un hombre como todo hombre.
Un hombre como tú
"muerto de hambre".
Lentamente, lentamente
en un mundo de abundancia...
Problemas del subdesarrollo
Autor:
M
onsieur Dupont te llama inculto,
porque ignoras cuál era el nieto
preferido de Víctor Hugo.
Herr Müller se ha puesto a gritar,
porque no sabes el día
(exacto) en que murió Bismark.
Tu amigo Mr. Smith,
inglés o yanqui, yo no lo sé,
se subleva cuando escribes shell.
(Parece que ahorras una ele,
y que además pronuncias chel.)
Bueno ¿y qué?
Cuando te toque a ti,
mándales decir cacarajícara,
y que donde está el Aconcagua,
y que quién era Sucre,
y que en qué lugar de este planeta
murió Martí.
Un favor:
Que te hablen siempre en español.
El niño de la noche
Autor:
R
iéndose, burlándose con claridad del día,
se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría
más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.
Quise ser... ¿Para qué?... Quise llegar gozoso
al centro de la esfera de todo lo que existe.
Quise llevar la risa como lo más hermoso.
He muerto sonriendo serenamente triste.
Niño dos veces niño: tres veces venidero.
Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
salir donde la luz su gran tristeza encuentre.
Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia.
Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre.
En una sensitiva sombra de transparencia,
en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre.
Vientre: carne central de todo lo existente.
Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura.
Noche final en cuya profundidad se siente
la voz de las raíces y el soplo de la altura.
Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia.
Mi cuerpo en una densa constelación gravita.
El universo agolpa su errante resonancia
allí, donde la historia del hombre ha sido escrita.
Mirar, y ver en torno la soledad, el monte,
el mar, por la ventana de un corazón entero
que ayer se acongojaba de no ser horizonte
abierto a un mundo menos mudable y pasajero.
Acumular la piedra y el niño para nada:
para vivir sin alas y oscuramente un día.
Pirámide de sal temible y limitada,
sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía.
Mas, algo me ha empujado desesperadamente.
Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado.
Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente
vuelvo a llorar desnudo, como siempre he llorado.
A la Niña Esclava
Autor:
Y
o quiero ser sincero conmigo.
Lloraban sus ojos verdes
ríos de lágrimas, a mares lloraban.
Lloraban sus negras penas.
Lloraba la niña esclava.
Yo quiero ser sincero contigo.
La pequeña lloraba acurrucada,
lágrimas verdes, color esperanza.
Lloraba su cuerpo entero.
Lloraba la niña esclava.
Yo también quiero llorar contigo.
Lloraban sus manos negras,
lloraban sus heridas amargas,
lágrimas rojas, color justicia.
Lloraba la niña esclava.
Amigo, ¿quieres ser sincero contigo?
Lloraban sus manos rojas,
lloraban en tu corazón de piedra.
Lloraban sus ojos verdes,
Dios quiera que no se pierda.
Gota a gota en tu corazón lloraba.
Lloraba en tu corazón sincero.
Lloraba sobre piedra que se partía.
Lloraba en tu corazón amigo.
Lloraba y daba vida mientras moría.
Esperanza
Autor:
N
o viene la esperanza de ustedes,
cazadores de votos,
ni esperamos que unos pocos
colmen el hambre.
No se acalla el clamor de tantas muertes
con papeles en las urnas.
La esperanza es un puñado de palomas
que salen de las urnas,
puños enguantados de blanco,
almas de niños postergados,
gritos de justicia,
palomas que serán buitres,
que devorarán a los traidores,
hasta que los culpables paguen,
que los corruptos y asesinos
recorran los juzgados rumbo a la sombra.
Hasta entonces los puños abarrotarán las urnas,
sino serán palos y fusiles,
sogas y cuchillos, clamor en avalancha,
la violencia contestando a la violencia,
la muerte a la muerte.
Canción para un niño de la calle
Autor:
A
esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.
A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!
No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada;
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.
A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle,
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos,
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle...
A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!