Autor: Nicomedes Santa Cruz
M
i mi mente visionaria
quiere hacerme el privilegio,
voy a evocar el colegio
donde cursé La Primaria.
Tal visita imaginaria
siento que se hace real,
y ya el Colegio Fiscal
de mi dura y triste infancia,
sobre el tiempo y la distancia
cobra vida material…
Te veo, viejo Maestro
de guardapolvo y palmeta,
pasear entre las carpetas
con el ojo astuto y diestro.
En ese ambiente siniestro
que aún guarda mi salón:
sin luz, sin ventilación,
sin espacio para tantos;
te veo enseñando cantos
de patriótica emoción…
Te veo acabar la vida
en ese infantil infierno;
siempre con el mismo terno
y la camisa raída.
Cada lección aprendida
te saca una nueva cana.
Cada revisión de plana
te marca una nueva arruga.
Cada promoción que fuga
deja muda tu campana…
Y veo a mis compañeros,
de caritas macilentas,
todos hijos de sirvientas
y de explotados obreros.
Y tus ojos lastimeros
veo que quieren llorar…
Y dejo de recordar
tanta injusticia de otrora,
clamando por una aurora
que me ayude a despertar…
América Latina
Autor: Nicomedes Santa Cruz
M
i Cuate
Mi socio
Mi hermano
Aparcero
Camarado
Compañero
Mi pata
M´hijito
Paisano…
He aquí mis vecinos.
He aquí mis hermanos.
Las mismas caras latinoamericanas
de cualquier punto de América Latina:
Indoblanquinegros
Blanquinegrindios
y Negrindoblancos
Rubias bembonas
Indios barbudos
y negros lacios
Todos se quejan:
-¡Ah, si en mi país
no hubiese tanta política…!
-¡Ah, si en mi país
no hubiera gente paleolítica…!
-¡Ah, si en mi país
no hubiese militarismo,
ni oligarquía
ni chauvinismo
ni burocracia
ni hipocresía
ni clerecía
ni antropofagia…
-¡Ah, si en mi país…!
Alguien pregunta de dónde soy
(Yo no respondo lo siguiente):
Nací cerca de Cuzco
admiro a Puebla
me inspira el ron de las Antillas
canto con voz argentina
creo en Santa Rosa de Lima
y en los Orishas de Bahía
Yo no coloreé mi Continente
ni pinté verde a Brasil
amarillo Perú
roja Bolivia
Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano.
Poso la frente sobre Río Bravo
me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos
hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico
y sumerjo mi diestra en el Atlántico.
Por las costas de oriente y occidente
doscientas millas entro a cada Océano
sumerjo mano y mano
y así me aferro a nuestro Continente
en un abrazo Latinoamericano.
A cocachos aprendí
Autor: Nicomedes Santa Cruz
A
cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.
Tener primaria completa
era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron “mano ‘e fierro”,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.
Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
“¡chócala pa’ la salida!”
dejando a veces perdida
mi labor de colegial.
¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome “la vaca”
y en bolitas, el primero…!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me “soplan” repito
en el Colegio Fiscal.
Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací…
La Pelona
Autor: Nicomedes Santa Cruz
C
ómo has cambiado, pelona
cisco de carbonería
te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,
y tu cabeza de bruja
la amarraste con peinetas.
Por no engordar sigues dietas
y estás flaca y hocicona.
Imitando a tu patrona
has aprendido a fumar.
Hasta en el modo de andar
cómo has cambiado, pelona.
Usas reloj de pulsera
y no sabes ver la hora.
Cuando un negro te enamora
le tiras con la cartera.
¡Qué…! ¿También usas polvera?
permite que me sonría.
¿Qué polvos se pone usía?:
¿ocre? ¿rosado? ¿rachel?
o le pones a tu piel
cisco de carbonería.
Te pintaste hasta el meñique
porque un blanco te miró
«¡Francica, botá frifró
que son comé venarique…!»
Perdona que te critique,
y si me río, perdona.
Antes eras tan pintona
con tu traje de percala
y hoy, por dártela de mala
te has vuelto una negra mona.
Deja ese estilo bellaco,
vuelve a ser la misma de antes.
Menos polvos, menos guantes,
menos humo de tabaco.
Vuelve con tu negro flaco
que te adora todavía
Y si no, la policía
te va a llevar de la jeta
por dártela de coqueta
con tanta huachafería.
Vallejo y Mariátegui
Autor: Nicomedes Santa Cruz
C
amal de vacas sagradas,
arcilla y cemento mártir.
Olor a nuevas pisadas,
amauta Carlos Mariátegui.
Hondo seso en alta frente,
crisol y barba del verbo.
Sangre tibia en piedra hirviente,
poeta César Vallejo.
Aurora de las edades,
meteoro de vida frágil.
Agricultor de verdades,
fue José Carlos Mariátegui.
Amor madre. Amor hermano.
Amor futuro y añejo.
Amor total del humano
fue nuestro César Vallejo.
Lumbre, fanal, tea, llama,
antorcha y faro portátil;
trigo, escudo, letra, cama
es José Carlos Mariátegui.
Cumbre, abismo, cielo, mar,
suma de sangre y pellejo.
Canto de ir. Voz de llorar,
todo eso y más es Vallejo.
Imponiéndose al destino,
por nuestra lucha de clases,
marcó el único camino
mi hermano Carlos Mariátegui.
Y por su amor sin medida
remozando al Hombre Viejo,
consumió su propia vida
mi hermano César Vallejo.