viernes, 3 de febrero de 2023

A los Hombres del Futuro



Autor: Bertolt Brecht


V

erdaderamente,
vivo en tiempos sombríos.

Es insensata la palabra ingenua.

Una frente lisa revela insensibilidad.

El que ríe es que no ha oído aún
la noticia terrible, aún no le ha llegado. 
¡Qué tiempos éstos en que hablar sobre árboles
es casi un crimen porque supone callar
sobre tantas alevosías!

Ese hombre que va
tranquilamente por la calle,
¿lo encontrarán sus amigos cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida

Pero, créanme:
es pura casualidad.

Nada de lo que hago
me da derecho a hartarme.

Por casualidad me he librado.

(Si mi suerte cambiara, estaría perdido).

Me dicen: «¡Come y bebe!

¡Goza de lo que tienes!» Pero: 
¿como puedo comer y beber si al hambriento
le quito lo que como y mi vaso de agua
le hace falta al sediento?

Y, sin embargo,
como y bebo. Me gustaría ser
sabio también.

Los viejos libros
explican la sabiduría: apartarse de
las luchas del mundo
y transcurrir
sin inquietudes
nuestro breve tiempo.

Librarse de la violencia.
dar bien por mal, no satisfacer los deseos y
hasta olvidarlos:
tal es la sabiduría.

Pero yo no puedo
hacer nada de esto: verdaderamente,
vivo en tiempos sombríos.

Llegué a las ciudades
en tiempos del desorden, cuando el hambre reinaba.

Me mezclé entre los hombres
en tiempos de rebeldía y me rebelé con ellos.

Así pasé el tiempo que me fue concedido
en la tierra.

Mi pan lo comí entre
batalla y batalla.

Entre los asesinos dormí.

Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza
con impaciencia.

Así pasé el tiempo que me fue concedido
en la tierra. En mis tiempos,
las calles desembocaban
en pantanos.

La palabra me traicionaba
al verdugo.

Poco podía yo.


Y los poderosos se sentían más tranquilos,
sin mí.

Lo sabía.

Así pasé el tiempo que me fue concedido
en la tierra. Escasas eran las fuerzas.

La meta estaba
muy lejos aún.

Ya se podía ver claramente,
aunque para mí fuera casi inalcanzable.

Así pasé el tiempo que me fue concedido
en la tierra. Ustedes, que surgirán
del marasmo en el que nosotros
nos hemos hundido, cuando hablen de
nuestras debilidades, piensen también
en los tiempos sombríos de los que ustedes
han escapado.

Cambiábamos de país
como de zapatos a través de las guerras
de clases,
y nos desesperábamos donde sólo
había injusticia
y nadie se alzaba contra ella.

Y, sin embargo, 
sabíamos que también
el odio contra la bajeza desfigura la cara.

También la ira
contra la injusticia pone ronca la voz.

Desgraciadamente,
nosotros, que queríamos preparar
el camino para
la amabilidad no pudimos
ser amables.

Pero ustedes,
cuando lleguen los tiempos
en que el hombre
sea amigo del hombre,
piensen en nosotros
con indulgencia.









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