Autor: Antonio Gandia
P
idiendo para su madre
Un joven va por la aldea,
y aunque el dolor lo taladre,
sufre, calla y no se queja.Cuando después de rodarpor las calles y las plazas
se arrodilla ante el altar,y así lo sorprende el cura,y al ver que una mano faltadel brazo de aquel mozuelo,
con voz que es toda dulzurale dice:¿Cómo te llamas?¿Qué haces, di, por este pueblo?
Antón yo me llamo, padre,y le pedía a la Virgen
que me den una limosnapara que coma con mi madre.
¿Cómo perdiste la mano?Le dice el cura piadoso.
¿Fue en el taller, fue en el campo?,¿algún reptil venenoso
te dejó, Antón desgraciadoy te ha dejado, hijo mío,pobre, triste, y mal parado?No padre, no fue un reptillo que mi mano cortara.
Años ha que voy pidiendocon lagrimas en los ojosy el rubor cubre mi cara.Joven y fuerte fui un día,mis brazos fueron sosténde una Madre de alma pura.¡MADRE! ; palabra sagrada,
ya que Madre solo hay una.La que con sus besos nos baña,la que nos canta en la cuna,la que jamas nos engaña,¡Mujer que es todo ternura!
¡Qué malo, que malo fuipara con mi Madre amada!Una noche padre míotiemblo solo al recordarla,llegué borracho a mi casa,con mi mano encallecidale di tan fuerte en el rostro,que cayó desvanecida.y aquella mujer bendita,que tantos besos me dio,estaba en el suelo herida,y vi una mancha de sangreque la mente me turbó¡Maldito, maldito yo,que a mi madre escarnecía.
Yo no sé lo que pasó,solo se que aun vivía,alcé a mi madre del sueloy al punto curé su herida.
¡Malhaya el hijo malditoque comete tal afrentay maldito aquel cobardeque en su pensamiento albergapegarle a su propia Madre!Y salí de su aposentodespierto para vengarla;quien la ofendió fue mi mano,pues mi mano pagaráporque la había ultrajado.Y ciego y lleno de iracogí el hacha enloquecido,y la mano envilecidaque tal afrenta causaraal ser que me dio la viday tan ruin me porté,que de un fuerte y certero golpede mi brazo la corté.
¡Por eso voy con mi penay voy por los pueblos, padre,pidiendo de puerta en puertapara que coma mi madre.