Autor: Javier Heraud (1961)
T
ú quisiste descansaren tierra muerta y en olvido. Creías poder vivir solo en el mar, o en los montes. Luego supiste que la vida es soledad entre los hombres y soledad entre los valles. Que los días que circulaban en tu pecho sólo eran nuestras de dolor entre tu llanto. Pobre amigo. No sabías nada ni llorabas nada Yo nunca me río de la muerte. Simplemente, sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y arboles Yo no me río de la muerte. Pero a veces tengo sed y pido un poco de vida, a veces tengo sed y pregunto diariamente, y como siempre sucede que no hallo respuestas sino una carcajada profunda y negra. Ya lo dije, nunca suelo reir de la muerte, pero sí conozco su blanco rostro, su tétrica vestimenta. Yo no me río de la muerte. Sin embargo, conozco su blanca casa, conozco su blanca vestimenta, conozco su humedad y su silencio. Claro está, la muerte no me ha visitado todavía, y Uds. preguntarán: ¿qué conoces? No conozco nada. Es cierto también eso. Empero, sé que al llegar ella yo estaré esperando, yo estaré esperando de pie o tal vez desayunando. La miraré blandamente (no se vaya a asustar) y como jamás he reído de su túnica, la acompañaré, solitario y solitario.
Dos Preguntas
Autor: Javier Heraud
P
rimera pregunta
"¿En qué lugar de Lima, la dorada,
vivían los que la construyeron?"
(Bertolt Brecht)
Segunda pregunta
¿Por qué será que todavía existen
infelices que nos hablan de una Lima
señorial, antigua, colonial y bella?
¿Por que quedan todavía desgraciados
que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes,
las tapadas, los balcones, la alameda,
si de eso sólo queda un basural de hambre,
de miseria y de mentira?
Ciudad de los Reyes
de la explotación y el hambre,
tres veces coronada por la sumisión,
ciudad triste, hambrienta, mísera
por todos lados,
salvo pequeños rinconcitos
donde se canta "la flor de la canela"
"viva el Perú y sereno" y se bebe whisky
con hielo y cocacolas.